de Cirugía
Cardíaca
Tendemos a relacionar las enfermedades cardíacas con los varones, cuando la realidad es que son la primera causa de muerte en el sexo femenino, por delante del cáncer de mama. De hecho, afectan más a mujeres que a hombres.
Las enfermedades cardiovasculares en la mujer son más graves y su riesgo y mortalidad suelen ser mayores.
Esto se debe a múltiples causas:
Conocimiento insuficiente de la enfermedad cardiovascular en la mujer: solo un 30 % de los pacientes incluidos en los estudios y ensayos clínicos son mujeres.
Los signos y síntomas son más inespecíficos o atípicos en las mujeres, por lo que el diagnóstico es más difícil y llega más tarde.
La enfermedad suele aparecer en edades más tardías.
Las mujeres acuden menos y más tarde al médico porque eligen cuidar de los demás (hijos, maridos…) antes que de ellas mismas.
Las mujeres tienen más difícil realizar ejercicio de forma regular.
El acceso a las pruebas diagnósticas y a los tratamientos es peor, de forma que solamente un 15 % reciben el tratamiento adecuado frente al 56 % de los varones.
Todo esto hace que muchas veces las mujeres estén en desventaja cuando se trata de enfermedades cardíacas. Esto ocurre también tras pasar por quirófano: no solo porque al tardar más en diagnosticar el daño con el que se llega a la operación es mayor, sino también porque la recuperación no es la adecuada tras el posoperatorio. Muchas mujeres operadas, por continuar con ese rol de cuidadoras, retoman su vida normal demasiado pronto o no van a rehabilitación cardíaca.
El cambio de estilo de vida y la adopción de hábitos saludables también es más complicado en su caso: en muchas ocasiones, al estar cuidando a los demás, no pueden centrarse en esa introducción de nuevas rutinas que tendrán un impacto positivo en su salud. Además, con frecuencia no tienen el suficiente apoyo en su entorno, algo clave si queremos cambiar de hábitos. Si, por ejemplo, son ellas las que cocinan, su familia no siempre acepta la nueva dieta, por lo que acaban teniendo que hacer dos menús diferentes y, finalmente, abandonando.
Mujeres, tenéis que cuidaros.
Resto de personas, tenemos que cuidarlas.
Ya estás aquí, lo que significa que se te ha diagnosticado una enfermedad cardíaca y el equipo médico ha decidido que es necesario que pases por quirófano.
De la parte médica ya nos ocupamos nosotros, pero necesitamos que hagas tu parte de cambio de hábitos para prepararte para la cirugía y luego recuperarte bien y tener una mejor calidad de vida.
Sabemos que puede ser difícil: quizá tengas personas a tu cargo o responsabilidades de las que crees que solo te puedes ocupar tú. Es el momento de delegar y de reorganizar tu vida y entorno: ten una conversación seria con tus personas más cercanas para ver cómo podéis hacer para que todo ese peso no recaiga sobre tus hombros. La idea no es cambiar solo unas semanas, sino introducir esas nuevas rutinas y reparto de tareas para siempre.
Es como las instrucciones de seguridad en los aviones: asegúrate de tener tu máscara de oxígeno ajustada antes de ayudar a otros pasajeros. Para poder cuidar, es necesario estar bien.
Piensa en cómo puedes ayudarla a prepararse, recuperarse y vivir mejor tras la cirugía
Cambia de hábitos con ella y reflexiona sobre el reparto de tareas y responsabilidades en casa (si es alguien con quien convives) y cómo lo podéis hacer más justo. Fíjate en todo lo que hace ella y todo lo que esperas que haga —muchas veces no nos damos cuenta de las cosas que hacen por nosotros— y asume nuevas responsabilidades.
Recuerda que los cambios son para siempre. De poco sirve cuidarla mucho las primeras semanas si después volvéis a lo de siempre.
Fin