Notarás un tubo que entra por la boca y llega a la garganta (hasta la tráquea), y que te impedirá hablar. Este tubo va conectado a un aparato que respira por ti durante la intervención y continuará ayudándote a respirar hasta que te despiertes y tengas la suficiente fuerza para hacerlo por ti mismo. Mantén la calma y haz caso a los profesionales de la UCI, que te irán indicando en todo momento qué hacer. Cuando tengas un buen nivel de conciencia y ya no necesites el respirador, te lo retirarán. Ya solo tendrás una mascarilla con oxígeno que te facilitará la recuperación.
de Cirugía
Cardíaca
Cuando te despiertes después de la operación, estarás en la UCI (Unidad de Cuidados Intensivos Posoperatorios).
Habrán pasado unas 4 o 5 horas desde que entraste en el quirófano y, en principio, permanecerás en esta unidad alrededor de 48 horas. Aquí te cuidarán los equipos de enfermería y los intensivistas/anestesistas. Además, te visitarán otros profesionales como el fisioterapeuta una vez al día, el cirujano y, dependiendo de tu evolución después de la cirugía y de tus patologías asociadas, otros especialistas.
Te despertarás cuando el equipo de la UCI considere que, según tu evolución, es el momento adecuado, por lo que te habrán retirado la sedación. El despertar será progresivo, debido a la anestesia y los calmantes que se te administran para controlar el dolor. Es posible que más tarde no recuerdes esos primeros momentos.
¿Cómo será este despertar? Todas las sensaciones que te contamos a continuación son normales. El equipo de enfermería se encargará de atenderte.
Lo que sale de tu cuerpo
y lo que te rodea
Además del tubo de respiración, notarás otros tubos y cables que salen de tu cuerpo y van conectados a diferentes aparatos. No asocies el número de tubos con el resultado de la operación. Cada uno de ellos cumple una función y son necesarios después de la cirugía.
Los tubos que tendrás son los siguientes:
- Drenajes torácicos. Estos tubos, que te saldrán del tórax, recogen la sangre que se acumula alrededor del corazón después de la cirugía. Normalmente son dos o tres tubos. Generalmente se retiran al día siguiente, cuando drenan poco. Su retirada, que podrá ser en la cama o en el sillón, dura solo unos minutos y se te pondrán analgésicos para aliviar las molestias.
- Sonda vesical para hacer pis. No te podrás levantar a hacer pis hasta que te retiremos la sonda. Generalmente se retira en uno o dos días.
- Catéteres venosos. Tendrás uno en el cuello y otro normalmente en la mano. Estos catéteres permiten administrar la medicación necesaria durante la intervención y el posoperatorio y estarán conectados a un monitor que nos permite ver cómo está funcionando continuamente tu corazón.
- Catéter arterial. Lo tendrás en la muñeca. Nos permite saber de forma continua qué tensión arterial tienes y realizar analíticas sin necesidad de pincharte.
Te despertarás también rodeado de cables y aparatos. Todos son necesarios para conocer cuáles son tus constantes vitales de manera continua y detectar de forma inmediata cualquier anomalía.
No deben preocuparte. El personal que te atiende las interpretará y las ajustará en cada momento.
Sensaciones
Al despertar puedes notar sequedad en los labios y boca, además de sed. No podrás tomar líquidos hasta que el médico lo permita, así que se te irá hidratando de manera progresiva por vía intravenosa hasta que puedas beber de forma normal. Por ejemplo, y dependiendo de cada paciente, se te dará un poquito de hielo, gasas empapadas en agua, manzanilla o pequeños tragos de agua. Si toleras bien estos primeros líquidos, el médico permitirá que empieces a beber.
No deben preocuparte. Durante la cirugía se te colocó una sonda en la vejiga, por lo que hasta que no te la retiren no hay necesidad de que te levantes a hacer pis ni de que avises de que quieres hacerlo.
El equipo de profesionales de la UCI controlará y te administrará analgésicos para calmar el dolor. Pese a esto, es posible que al despertarte y en distintos momentos del posoperatorio notes que te duele algo. Es muy importante que lo comuniques, ya que es un elemento que no se puede medir en los monitores. El dolor lo sientes tú y serás quien deba medirlo y comunicar su intensidad. El equipo de enfermería te preguntará con regularidad cuánto dolor tienes utilizando una escala numérica que va del 0 al 10 (donde 0 equivale a ausencia de dolor y 10 al peor dolor posible). Siempre hay que intentar que el dolor esté por debajo de 4.
No seas prudente a la hora de comunicar tus molestias y no pienses que lo que tienes que hacer es aceptar el sufrimiento o que es mejor aguantar un dolor alto. Tampoco te quedes sin decir nada por “no molestar”. Los médicos tienen muchos recursos para aliviar y adaptar el tratamiento analgésico para ti y hacerlo forma parte de su trabajo.
Eliminar o calmar el dolor es también necesario para empezar a moverte y hacer ejercicios de respiración, por ejemplo, algo que deberás comenzar cuanto antes.
Algunos pacientes, al despertar, experimentan un elemento de distorsión de la realidad. Esto se llama síndrome confusional o «delirium», un trastorno mental temporal que se caracteriza por una alteración de la conciencia y de las funciones cognitivas, de comportamiento y de sueño durante un periodo más o menos breve de tiempo. Suele suceder especialmente en personas mayores, personas polimedicadas y pacientes con malos hábitos como beber alcohol o fumar.
La recuperación no es una línea ascendente recta, sino una línea ascendente en picos de sierra, donde un pico bajo siempre está más alto que el pico bajo anterior.
En el mismo día te puedes encontrar con un pico altísimo en el que te sientes fenomenal y lleno de optimismo, pero a las dos horas vuelves a tener un pico bajo. Evita los «no me voy a recuperar nunca». Vigila el punto bajo y, en vez de compararlo con un punto alto, compáralo con un punto bajo anterior. Si es un poquito más alto vamos bien. También te lo puedes imaginar como una escalera. A veces puedes quedarte en un escalón unos días y al día siguiente empezar a subir.
En cuanto estés más consciente, la enfermera te informará de que ya has sido operado y te pedirá movilizar todos los miembros para ver si tienes fuerza y estás orientado. Es muy importante que colabores para poder quitarte pronto el tubo de la boca.
Una vez retirado el tubo de respiración, cuando hayan transcurrido unas horas, se te permitirá ingerir trocitos de hielo o pequeños sorbos de agua. Si la tolerancia es buena, podrás ingerir otro tipo de líquidos e incluso alimentos sólidos.
Al principio, procura que la cantidad que bebas sea pequeña, ya que los movimientos intestinales se recuperan poco a poco. Si bebes demasiado tendrás náuseas e incluso vómitos. Infórmanos si notas alguna dificultad para tragar o cualquier otro problema.
Desde el momento en el que se te retire el tubo para respirar, podrás comenzar a hacer ejercicios de fisioterapia respiratoria para ir abriendo los pulmones y favorecer la salida de secreciones. Te iniciará en la forma de realizarlos el médico rehabilitador y, posteriormente, el fisioterapeuta acudirá durante unos días para reforzar el aprendizaje de los ejercicios.
Como parte de estos ejercicios, se te entregará un incentivador respiratorio (una caja con émbolos en su interior) cuyo funcionamiento te explicará tu fisioterapeuta. Es muy importante que lo utilices y que realices los distintos ejercicios al menos 3 veces al día.
Si todo va bien, podrás sentarte a las 24 horas de la operación. Empieza a moverte lo antes posible, ya que se previene la rigidez articular, la formación de trombos y las infecciones pulmonares. La enfermera o el fisioterapeuta te indicarán qué tipos de movimientos puedes ir haciendo.
Cuando te levanten, se te colocará un arnés de protección en el tórax que te ayudará a toser y protegerá tu herida quirúrgica. A partir de ese momento, lo llevarás puesto todo el tiempo durante unas 4-6 semanas si todo va bien.
Tu médico te confirmará cuánto tiempo deberás llevarlo. Este arnés es tuyo y para que te lo quedes y lo uses tanto en el hospital como en casa.
El arnés es una especie de faja o de chaleco que va ajustado a tu tórax con unos velcros. Es de tela y está reforzado con un acolchamiento de algodón, por lo que no molesta, y normalmente se pone encima del pijama.
Este arnés:
Mantiene una contención del tórax.
Corrige y controla la postura. Como te han abierto el esternón, es probable que inconscientemente te eches hacia adelante, cosa que no facilita la recuperación pulmonar. El arnés nos mantiene más derechos, impide esa postura forzada.
Facilita los movimientos bruscos torácicos a la hora de toser o estornudar, que lo podamos hacer de la manera más óptima y sin ningún tipo de dolor.
Tus familiares o amigos podrán visitarte al día siguiente de la cirugía, por la mañana y por la tarde.
Hay ocasiones en las que por problemas de salud pública —como ocurre por ejemplo con la situación pandémica— estas visitas pueden estar restringidas y es posible que no se permita a nadie visitarte de forma presencial. De ser así, podrás tener tu teléfono en la unidad para llamar y hablar con tu círculo más cercano. Si tienes problemas para hacerlo, el personal de enfermería te ayudará a realizar y recibir llamadas. Además, el médico informará a tus familiares todos los días.
Fin