Un celador o celadora vendrá a buscarte a la habitación para trasladarte a quirófano en tu misma cama o en una camilla. Si la situación lo permite, tu familia o amigos te podrán acompañar en ese traslado hasta donde el celador les indique y tendréis unos minutos para despediros.

En el antequirófano, te recibirá el equipo que se va a ocupar de ti las próximas horas: anestesista, cirujano y enfermera. Te saludarán, se presentarán y se realizará el «checklist» de nuevo. Recuerda que no es una improvisación, sino un procedimiento de seguridad y rutinario para confirmar la información que el equipo ya conoce bien. Es una forma de hacerte partícipe en el proceso.

Si estabas en la cama, se te pasará a una camilla y entrarás a quirófano despierto. Es muy probable que tengas frío, ya que el quirófano ha de estar a una temperatura determinada.

Te colocaremos mientras estás despierto algunos elementos de monitorización: unos electrodos (pegatinas) en el pecho para controlar el ritmo y la frecuencia de tu corazón, un manguito de tensión arterial, un pulsioxímetro en el dedo y un catéter en la vena para administrar la anestesia.

El anestesista te colocará también una mascarilla en la cara y te explicará que te vas a dormir y no recordar nada. Respira con normalidad e intenta pensar en algo agradable. Se te dormirá completamente mediante anestesia general a través del catéter del brazo. Quizá notes un ligero mareo justo antes de quedarte dormido. Es normal.

Se te colocarán varios tubos y catéteres y el equipo preparará el campo quirúrgico, lavando, desinfectando y protegiendo la zona en la que van a trabajar. Cuando despiertes, tendrás estos tubos, catéteres y unos drenajes. Es normal y no tiene que ver con el resultado de la operación.

El equipo llevará a cabo un nuevo «checklist» preoperatorio para comprobar de nuevo que todo es correcto. Tras esto, procederán a la operación.