Moverse no es solo ir al gimnasio, hacer sentadillas o correr una maratón. Moverse es levantarse de la silla, andar en una habitación, subir un piso por las escaleras, sacar al perro a pasear o dar una vuelta andando por tu barrio.
Si partes de una situación de sedentarismo, no tiene sentido que intentes convertirte en la persona más deportista del mundo de la noche a la mañana: te cansarás demasiado, quizá te lesiones y posiblemente acabes frustrándote y abandonando. Empieza poco a poco introduciendo el movimiento en tu vida diaria.